Empezamos por el nivel bioquímico, el cual es básicamente el nivel físico, y el más entendible desde el punto de vista de la medicina moderna. Casi todos los tratamientos y efectos de la medicina moderna en el cuerpo humano están en este nivel.
Cuando dentro de la criocámara, donde la temperatura del ambiente está habitualmente enterno a -170°C/-274°F, el cuerpo humano es expuesto rápidamente a temperaturas extremadamente bajas y la superficie de la piel es rápidamente enfriada hasta aproximadamente-1°C/32°F por un corto período de tiempo (2.5 a 3 minutos). Cuando la temperatura de la superficie del cuerpo alcanza el enfriamiento incluso para un momento corto, los sensores de frío de la piel mandan una señal muy fuerte al cerebro que la vida del organismo está en peligro. En una respuesta innata para proteger el cuerpo de las temperaturas extremadamente bajas que podría llevar a una hipotermia o muerte, el cerebro ordena a todas las partes periféricas del cuerpo contraer los músculos y tejidos para enviar la sangre al centro del cuerpo.
¿Por qué ocurre esto? Porque la temperatura en el centro del cuerpo debe mantenerse constante e igual a 98,6°F, ya que incluso ligeros cambios de esta temperatura podrían eventualmente causar la muerte. Así al recibir las señales de temperatura de congelación de la criocámara por los sensores de frío de la piel, el cerebro recibe un claro aviso que mantener la necesaria temperatura en el centro del cuerpo será imposible si se permite continuar la circulación sanguínea en las capas exteriores de la piel. Así pues todos los mecanismos de supervivencia se movilizan, y la sangre es enviada al centro del cuerpo para comenzar un ciclo interno de circulación para proteger los órganos vitales. Un efecto inmediato es que la presión sanguínea arterial se incrementa en 10 puntos. Por ejemplo, si la presión sistólica (número superior) fuese de 130 puntos (o mm de mercurio) antes del tratamiento, podría llegar a 130-140 después durante un breve período de tiempo.